Hace poco pude disfrutar de una escala de 9 horas en Estambul para poder descubrir esta ciudad situada entre dos continentes a orillas del Bósforo.

Aterricé a las 5:45h en el Aeropuerto Internacional de Atatürk procedente de Ciudad del Cabo. Frente a mi la ciudad de Estambul y 9 horas para descubrirla.

Al ser de madrugada, el control policial estaba casi vacío por lo que tardé únicamente 20 minutos en obtener la autorización en el pasaporte para visitar el país (no olvides solicitar tu E-visa para saber como haz click aquí).  Al ser tan pronto y saber que todas las atracciones turísticas estaban cerradas, decidí probar el transporte público para llegar hasta el centro.

Desde el mismo Aeropuerto Internacional de Atatürk pude coger el metro que me llevó hasta Zeytinburnu (6 paradas – unos 15 minutos) donde tuve que cambiar al tranvía hasta Sultanahmet (15 paradas – 45 minutos). El transporte público de Estambul me sorprendió gratamente al ser muy eficaz, puntual y barato. El trayecto desde el aeropuerto hasta el centro (cerca de la Mezquita Azul) que duró aproximadamente 1 hora me costó 4 Euros (15 Liras Turcas). De las cuales 6 Liras es el coste que pagas por adquirir la tarjeta de transporte de Estambul para luego recargarla con dinero y poder viajar con todo el sistema de transporte público de la ciudad. Muy cómodo. Si vas a pasar unos días en la ciudad, es la opción más recomendable.

Mezquita Azul – Estambul

Sultanahmet es la parada de Tranvía más cercana a la Mezquita Azul, y desde aquí un bonito paseo de unos 5 minutos por una avenida peatonal me llevó directamente a la entrada de la Mezquita. Lógicamente estaba cerrada a los turistas al ser las 7’00 de la mañana, debido a que en breve comenzaba el primer rezo y ya se podía ver como lo feligreses iban llegando. Yo entré hasta el primer patio, pero preferí no seguir adelante para respetar el momento de plegaria, por lo tanto decidí esperar hasta las 8’30 que es la hora que abren al público. Mientras paseé por la zona localizando los lugares que quería visitar.

Hasta Santa Sofia hay un bonito paseo entre jardines y fuentes, así como vendedores de pastas turcas típicas, muy recomendables para desayunar mientras visitamos. Santa Sofía fue la iglesia más grande del Imperio Romano de Oriente en Estambul construida en el 360. Durante 916 años fue iglesia cristiana pero en 1453 se convirtió en mezquita después de la conquista de la ciudad por parte del sultán Mehmed el Conquistador. Durante  482 ejerció de lugar santo para los musulmanes, pero en 1935 se transformó en lo que podemos ver hoy en día, el Museo AyaSofya o Hagia Sophia (Sabiduría Sagrada). Como suele pasar en muchos museo del mundo, los Lunes cierran y por eso no pude visitar este lugar considerado como la octava maravilla del mundo, tendré que volver a comprobarlo.

Como Santa Sofía no podía visitarla y las Cisterna de Basilicas no abrían hasta las 9’00h, decidí volver a la Mezquita Azul y visitarla, afortunadamente fui el primero en entrar y poder descubrir este maravilloso lugar enmoquetado. La entrada es gratuita, y únicamente te piden que te quites los zapatos al entrar al templo (te proporcionan una bolsa de plástico para poderlos llevar contigo durante la visita), así como vestir de forma apropiada sobretodo a para las mujeres. Hay carteles por todas partes que os indican que se considera apropiado para la visita.

Vale la pena sentarse y contemplar el techo abovedado con toda su decoración, es un lugar mágico y extremadamente precioso. En unos 20 minutos lo has visitado. A mi me dio tiempo más que suficiente para visitarla y luego ser el primero en la cola para entrar a la Cisterna de Basílica, las cuales se encuentran a escasos 100 metros de Santa Sofía.

La Cisterna Basílica fue una de los lugares que tenía más ganas de visitar durante mi escala en Estambul. La primera vez que la vi fue en la película “Infierno” (2016) secuela de “El Código DaVinci” y “Ángeles y Demonios” protagonizada por Tom Hanks. Aquí os dejo el fragmento de la película que se rodó en la cisterna.

La cisterna Basílica también conocidas en turco como Yerabatan Sarayi (Palacio Sumergido) fue construido en el Siglo VI como una gran reserva de agua subterránea  de 140 metros de largo por 70 metros ancho con capacidad aproximada de 100.000 toneladas. Esta gran cisterna tiene 336 columnas de mármol de 9 metros de altura. Hoy en día pueden visitarse cada día desde las 9:00 a las 17:30 por un precio de 20 Liras Turcas (4€ aprox.). La visita se puede hacer en escasos 30 minutos si nos lo tomamos con calma y aprovechamos para hacer muchas fotos.

Lo más curioso de esta visita es descubrir la columna que llora y las dos columnas con base de cabeza de Medusa.

Aunque tenía muchas ganas de ver la cisterna, después de visitarla se me quedó una sensación agridulce en el cuerpo, estaba contento pero me esperaba un lugar mucho más increíble, como se ve en la película “Infierno”. Valió la pena visitarla para pasar un rato hasta tomar el siguiente vuelo.

Después de la visita la cisterna me dirigí hacia la última de las visitas que tenía prevista para esta corta escala en Estambul, la Torre Galata. Pero de camino hice una pequeña parada en el Bazar de las Especies para ver este edificio en forma de L totalmente restaurado y muy concurrido aunque se trataba de un lunes por la mañana. Aquí podemos encontrar cualquier tipo de especia que nos imaginemos, incluso el extremadamente caro Azafrán. Una visita corta pero con mucho y mucho aroma. En mi caso no me avasallaron en exceso y pude disfrutar de una interesante visita para comprarle un poco de azafrán a mi madre.


Con mi bolsita de Azafrán, me dirigí a la Torre Galata, cruzando el puente con el mismo nombre que se encuentre frente a una de las entradas principales del mercado. Sorprendido veo que a lo largo de todo el puente se puede ver mucha gente de todas las generaciones pescando, se ve que es algo muy tradicional y común hacer en este puente. Después de cruzar el rio y subir unas escaleras por una calle repleta de souvenirs (esto me indica que voy por buen camino), llego finalmente a la Torre Galata.

Esta torre de escasos 61 metros de altura, se sitúa de forma estratégica a una altura de 160 metros sobre el nivel del mar haciéndola visible desde numerosos lugares de la ciudad. No es de extrañar que cuando se construyó en el 528 en madera se utilizó como faro. Aunque su diámetro es de 16,5 metros lo más impresionante son sus muros de 3,75 metros de anchura.

La entrada cuesta 25 Liras Turcas (4,5€ aprox.) y te da acceso al ascensor que te lleva a la parte alta para disfrutar de las vistas.

Una magnificas vistas de la zona antigua de la ciudad repleta de mezquitas. En la parte alta también puedes encontrar una bar y un restaurante.

Al salir de la torre ya es hora de dirigirme de vuelta al aeropuerto para tomar el vuelo a Barcelona. Me voy de esta ciudad con ganas de volver, me han quedado muchas cosas por hacer como probar su exquisita gastronomía o darme una vuelta por el Bósforo en faluca. Pronto.

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